Los signos más frecuentes son:
• Lesión eritematosa o enrojecida sobreelevada.
• Una llaga o úlcera plana con costra que cae y vuelve a salir. Esta herida no cicatriza y con el tiempo de hace de mayor tamaño.
• Una zona áspera y escamosa, que no mejora y ocasionalmente aparecen lesiones costrosas.
• Lesión eritematosa que sangra con facilidad.
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